domingo, 31 de enero de 2021

El Dolor de una Caída


Este aprendizaje tuvo su génesis de una experiencia personal, la cual profundizaré desde todas las aristas mediante analogías y metáforas, con la finalidad de que les pueda ser de utilidad si alguna vez también se encuentran en esta situación.

Ahora, te pediré, al igual que la presentadora que aparece en el meme, a que me acompañes a ver esta triste historia:

Todo partió en una lejana aldea, donde un perro llamado Rantes, soñaba con escalar la montaña más alta que se veía desde su pueblo, el cual sufría por incesantes nevazones que acosaban a sus habitantes perrunos. El solo hecho de llegar a la montaña representaba un reto de valentía y solo algunos llegaron y volvieron sin magulladuras a contar su historia de éxito. Cada vez que esto pasaba, Rantes escuchaba con mucha atención e ilusión las proezas de estos perros y soñaba con llegar allá.

Rantes era considerado un perro muy veloz y se destacaba por su sentido de la solidaridad, ayudando a quien tuviera problemas de cualquier tipo. Un día, él se dijo que iría a escalar la montaña e inscribir su nombre en la historia. Sus cercanos le dijeron que a pesar de que lo apoyaban, no hiciera el viaje aún, ya que sentían que no era el momento indicado para realizarlo y que faltaba preparación por su parte. Rantes hizo caso omiso a esta advertencia y reunió una pequeña de manada de perros para lograr juntos la hazaña y se fueron dejando atrás su vida de seguridad y aciertos para lograr algo mayor.

Pasaron por la primera dificultad y atravesaron la aldea con algo de demora, lo que no disminuyó la energía y entusiasmo de Rantes para continuar con su aventura. Sin embargo, él notaba que faltaban elementos que servirían para llegar a la cima. Lamentablemente, él no tuvo el suficiente liderazgo para poner estos temas en la mesa, y cuando lo hacía, era con argumentos débiles, sin decirlo con convicción, como si no creyera en sus ideas y la manada no validaba esto y continuaban, descuidando por completo la comunicación necesaria para que el equipo continuara.

Con cada paso que daba, su energía y entusiasmo inicial se iba mermando y esto le hacía recordar las palabras que sus vínculos le habían recitado. Pensaba metafóricamente en cómo se hunde la casa a medida que se van haciendo agujeros y no haces nada por cubrirlos, más que colocar débiles parches que no sirven de nada. Se comenzaba a sentir abrumado, completamente sobrepasado por las condiciones a las que estaba sometido. Muchas veces no quería seguir escalando, simplemente quedarse en el lugar que estaba. Esta crisis se acrecentaba aún más por el hecho de que no sentía que aportara a la manada y agrietaba al equipo, perdiendo la comunicación y cualquier posibilidad de llegar a la cima.

Un día, perdió el juicio y salió solo a escalar durante la noche, en la completa oscuridad y con nula claridad mental y fuerza física. Lo hizo, no por alimentar su ego y quedarse solo con el crédito. Rantes ya sabía que no llegarían a la cima y como era de esperarse, dio el último paso que enterró la posibilidad de llegar a la cima, porque cayó violentamente hasta el pie de la montaña. La caída fue tan fuerte que incluso destruyó el suelo e hizo un gran hoyo, donde yacía un destruido Rantes, perdiendo completamente todo y quedando en la completa ruina.

Por la preocupación, sus vínculos más cercanos (unos pocos) llegaron al lugar, preocupados por el estruendo oído desde tan lejos, para darse cuenta que Rantes estaba malherido, no solo físicamente, sino que también su mente y espíritu habían sufrido.

Rantes, al recuperar su consciencia, se dio cuenta que había despertado rodeado de miedos e inseguridades que lo acechaban constantemente y no lo dejarían en paz. Sumado a eso, su apoyo se redujo al mínimo, dándose cuenta dolorosamente que muchos perros solo estaban con él cuando tenía algo que aportar. No obstante, Rantes supo agradecer a aquellos que le dieron la mano para sacarlo de ese agujero y juró, con la mano alzada al cielo, que no importando el tiempo que le tomaría, él lograría algo mucho más legendario que escalar esa montaña de la que cayó. Esa lección solo le serviría para aprender y volverlo a intentar, porque cada paso que dio, no fue una pérdida de tiempo, sino que una oportunidad para lograr lo que se propuso.

Estamos acostumbrados a oír magníficas historias de éxito, donde ignoramos u omitimos este doloroso proceso por el que Rantes pasó. No queremos saber nada del fracasado, del que falla, solo importan los aciertos y si podemos, subirnos al carro de la victoria, aludiendo patéticamente un logro que no nos pertenece.

Dicen que el fracaso es la forma de llegar al éxito, lo cual puede ser cierto, pero no nos olvidemos también lo doloroso que resultan estas historias para el protagonista, donde es innegable que todos los aprendizajes obtenidos a partir de esta historia quedarán grabados casi como los esclavos cuando eran marcados por sus amos con metal al rojo y serán lecciones que nos ayudarán a enfrentar el futuro provisto de esta experiencia.

Nuevamente, pondré a colación el rol protagónico que tenemos en nuestras vidas y será nuestra actitud para hacer frente lo que nos distinguirá. Si nosotros enfrentamos las cosas desde el dolor, tenemos la posibilidad de causar daño a quienes interactúan con nosotros, ya que dejamos que el dolor sea quien guíe nuestro accionar y el abanico de emociones negativas tomarán el control de nuestras vidas.

Por otra parte, si usamos todo ese dolor como fuente de superación con la cual navegamos por los movedizos mares de la vida, asumimos una actitud mucho más abierta, lo que, al largo plazo, nos servirá para evolucionar.

Si me preguntan a mí, si yo hubiera elegido lo que aprendí gracias al dolor que tuve que sufrir para aprenderlo, quizá existan ocasiones en que respondería que hubiera elegido no sufrirlas, pero, también es parte de la vida caerse y transformar ese dolor en algo positivo, ya que eres tú quien decide dentro de las infinitas posibilidades con cual enfrentas la vida. Usa ese dolor como el martillo que te ayudará a construir el puente para llegar a esa luz que muchas veces solo tú eres capaz de dilucidar, y aprende de los dolores de tus caídas.



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