domingo, 7 de marzo de 2021

Aquellos que Siguen tus Pasos

 

Cuando actuamos de una manera determinada, esa acción deja un efecto en otros, y por muy indiferente que pensemos que son nuestras acciones para otros, no es así. Esto se acentúa con más fuerza cuando llegamos a la paternidad o vivimos con niños, ya que ellos aprenden desde la imitación (ya sea bueno o malo lo que estamos haciendo) y es cuando se manifiesta la importancia de cómo estamos actuando frente al mundo.

Nuestra reflexión de aprendizaje en esta oportunidad se centrará en el efecto residual que nuestras acciones dejan en otros y poder ser una fuente de inspiración positiva para aquellos que deciden seguir nuestros pasos, que, si haces la observación, te aseguro con alta probabilidad que encontrarás a alguna persona que lo está haciendo en este momento.

Partiendo de esta base, podemos señalar que una de las premisas que sustentan este punto, es lo dependientes que somos de los otros. Sé que, en este punto, algunas personas piensan que no es así, pero sería equívoco tener esta creencia, ya que este artículo que lees en este preciso momento, lo estás haciendo porque una serie de personas lo hicieron posible (yo incluido). Quizá, creerás que por ser algo impersonal no eres dependiente, pero eso es solo un factor de nuestras relaciones humanas.

Teniendo en consideración nuestra necesidad imperante de relacionarnos con los demás, aparece un punto de mayor consideración y esos son los llamados “niños”, “el futuro del mundo”, “los reyes del ajedrez”, etc. Ellos necesitan de nuestros cuidados cuando comienzan en la interacción con este mundo y lo hacen con los medios que tienen disponibles. A medida que van creciendo, estas necesidades van mutando (algunas nuevas aparecen, otras se modifican y otras desaparecen), como también la forma de aprender sobre este mundo. Una de estas maneras, es la imitación, aquella donde observa con atención aquello que aparece delante suyo e intenta replicar esta experiencia con una acción propia.

Aquellos que son padres o quienes viven con niños deben prestar especial atención a este punto, el cual configura el futuro del niño. Esto puede no resultar nuevo para nosotros, pero tampoco lo es lo mucho que nos olvidamos de esto en lo cotidiano.

Podemos dar ejemplos de acciones cotidianas para comprender de mejor modo este punto: un aspecto que siempre aparece en nuestras relaciones sociales, es el comportamiento social, donde hemos llegado a consensos con una serie de reglas a seguir. Claramente, no seguimos este invisible protocolo al pie de la letra, pero sí nos esforzamos para no ser excluidos del o los grupos a los que pertenecemos. Por eso, acciones como comer con la mano, tiranos pedos delante de personas o actualmente no usar mascarilla en lugares públicos constituyen faltas a estas reglas. Ahora, si tú llegaras a hacer esto como algo “normal” o cotidiano delante de un niño, su forma de aprendizaje no le permite dilucidarlo como algo negativo a nivel general, ya que en su círculo esto es lo aceptado y lo “bueno”.

Lo preocupante de esto, es que, en la actualidad, nosotros les damos un acceso casi indiscriminado a la tecnología a nuestros niños, y es algo que cada vez se vuelve irrefrenable, ya que ellos nos ven a diario varias horas al día en nuestras pantallas pasando tiempo de ocio, trabajando, escuchando música, viendo películas o series, etc. Somos nosotros los responsables de esta situación en particular y debemos hacer algo para guiar de una manera más eficiente a quienes inspiramos.

Y no por señalar a los niños como los principales imitadores o seguidores, significa que no existan adultos que respondan a este comportamiento, como también el hecho de creer que tenemos una especie de inmunidad ante esta situación y nos dé vía libre para actuar sin más.

Nuestras acciones son un legado que deja rastro en aquellos que están observando de cerca. Por eso es tan importante que siempre actuemos de manera correcta, limpia y transparente, para ser motivo de orgullo e inspiración para quien sea el siguiente que porte la bandera que actualmente izamos nosotros. Esa bandera flamea con fuerza en proporción de nuestra dedicación y elegancia a la hora de emprender un camino, el cual, igual que nos gusta ver la playa limpia cuando la visitamos, a los demás, en el futuro, les quedará con satisfactoria alegría que su camino se revistió gracias a nosotros.



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